José de Jesús Sampedro nació en la ciudad de Zacatecas el 2 de noviembre de 1950. Realizó estudios de licenciatura en Economía. Fue militante del partido comunista mexicano, miembro del taller literario San Luis Potosí-Aguascalientes y coordinador del taller literario de La Laguna en Gómez Palacio, Durango y Torreón, Coahuila (1976-1986).
Es profesor de tiempo completo en las áreas de Lenguaje y Literatura en la Escuela Preparatoria de la Universidad Autónoma de Zacatecas y fue jefe del Departamento Editorial de la misma Universidad (1988-1996). Actualmente ocupa la Presidencia del Consejo de Administración de la revista Dosfilos y coordina y edita el suplemento mensual Corre, Conejo.
Ha colaborado en revistas, periódicos y suplementos como Crisis, Xilote, Los Universitarios, Punto y Aparte, Encuentro, El Buscón, Cambio, Casa del Tiempo, Universidad de México, El Sol de Zacatecas, El Porvenir, Sicoseo, El Gallo Ilustrado, Sábado y La Cultura en México. Obtuvo mención honorífica de la revista Punto de Partida (1974) y el premio nacional de poesía de Aguascalientes (1975) por Un (ejemplo) salto del gato pinto.
FE DE ERRATAS
la lluvia no dice nada
Pedro Migue Obligado
no quiero hablar acerca de la lluvia, en serio, no quiero;
no tiene objeto hacerlo,
es tonto
pero parece como si cualquier prenda,
renovada de cabo a rabo,
curiosa hasta ¿como te ha ido?,
o tal vez más que eso
y no puedo ignorar sus correrías
angustiosas por mi adentro,
por mi afuera y puntos intermedios;
al final de tanta especulación
termino diciendo:
"la lluvia es un juguete precioso
que una niña con cara de boba olvidó
en la guardería del verano",
o equis frase o tal punto y coma;
para el caso es lo mismo.
Termino escribiendo de la lluvia aunque no diga nada.
HORARIO PUNTUAL
Te escucho, nave sin rumbo, por esos oscuros islotes
donde la noche hunde su ancla y hace un alto
para descender a mi pecho como un buzo
que ha perdido todo símbolo de orientación y regreso.
Te oigo pisar, huella, los recónditos insomnes de un huerto
en el cual se guarda la amargura, como en el fondo
de un cofre se guarda el pedazo de tela, el listón,
el retrato.
Te escucho, puñado de garabatos inciertos, alfabeto
petrificado y vivo por sobre nunca.
Conozco la encrucijada que huye, cómplice, en actitud
y fijeza.
Te advierto, ciervo espantado, enemigo, amistad repentina,
mirada que se forja y cohabita lo menos cerca de tú y yo
juntos.
Adivino, saciada, la superficie donde ser adiós o siempre
significa amenaza y bastante.
Te digo horario, reposo, tigre líquido.
Te sujeto, ronquido, desamparo, animal.
Te nombro lluvia,
nada más.
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